Morelia, Mich., Viernes, 17 de Mayo de 2024

Sección:Opinión

¿Adiós a Navarrete?

Por: Alberto Aguirre M. /El Economista

Ciudad de México .- ¿Relanzar o ser relanzado? Carlos Navarrete Ruiz resolvió el dilema que enfrentaba, a raíz del resultado electoral del pasado 7 de junio, de la peor manera. Ante una rebelión en ciernes, que se traduciría en un extrañamiento público a su gestión durante la plenaria del Consejo Nacional, que tendrá lugar este fin de semana, el presidente del PRD decidió quemar las naves y anticipó que su permanencia en el cargo dependerá de la decisión de ese órgano deliberativo.

"Al puesto no se renuncia, pero tampoco voy a aferrarme al cargo, como si fuera inamovible", definió.

Y de un plumazo, cambió la narrativa de la disputa al interior del sol azteca. Ya no habrá balance sobre el desempeño de la dirigencia encabezada por Navarrete, ni una explicación por el cúmulo de yerros e incorrecciones de las semanas recientes.

Navarrete no será cesado. Si este fin de semana le niegan el voto de confianza al que ha emplazado a los consejeros perredistas, se irá sin mayor debate o rendición de cuentas, satisfecho por los votos cosechados y los cargos políticos conquistados el 7 de junio. ¿Así de fácil?

El PRD -presume- logró 4.3 millones de votos; 61 curules en la Cámara de Diputados, una gubernatura y 140 alcaldes en 17 entidades donde hubo elecciones concurrentes a la federal.

"Hicimos la tarea, libramos el huracán y trajimos a puerto seguro el barco del PRD. No zozobró cuando enfrentamos el peor reto político y electoral y la peor fractura de la izquierda en la historia", insistió.

Con las encuestas levantadas por Votia y la "información de inteligencia" remitida por sus comisionados políticos en todo el país, la dirigencia encabezada por Navarrete Ruiz estableció los parámetros que definirían la evaluación de su desempeño, en función de los resultados que esperaban obtener en las elecciones del 7 de junio. Eran tres escenarios posibles, a saber:

El escenario óptimo: levantar 15% de la votación en la elección federal y colocar 70 diputados federales en San Lázaro, además de erigirse en la primera fuerza política en Morelos, Tabasco, Oaxaca y el Distrito Federal y donde hubo elecciones locales concurrentes, recuperar la gubernatura de Michoacán, refrendar la de Guerrero y colocar 180 alcaldes. Este resultado despejaría cualquier duda respecto del partido político que representa a la izquierda en México.

El escenario intermedio: conseguir 4 millones de votos -o el equivalente a 12% de la votación nacional– y una de las nueve gubernaturas en diputa; la bancada en la Cámara de Diputados podría estar integrada hasta por 60 legisladores y el PRD sería gobierno en 120 ayuntamientos.

El escenario "catastrófico": caer debajo de 9% de la votación -o tres millones de sufragios-, no ganar gubernaturas y quedar sólo con 40 diputados federales.

La expectativa era igualar el resultado de las elecciones intermedias del sexenio calderonista, en el 2009, cuando el PRD logró 12.6% de la votación nacional y 70 diputados federales. Pero el entorno era adverso, no sólo por las pugnas internas o las sospechas de infiltración del crimen organizado derivadas del caso Iguala. "Todas las adversidades pasaron por nuestro partido", resumió Navarrete recientemente, "las políticas y las de imagen pública se sumaron a la confrontación de nuestros adversarios y a los acontecimientos que nos cimbraron externa e internamente".

El 7 de junio, el PRD superó su escenario intermedio con 4.3 millones de sufragios pero apenas alcanzará 11% de la votación nacional. Sólo ganó en cinco de los 500 distritos electorales de mayoría y la gubernatura de Michoacán. Con esos votos llevarán 61 diputados pluris a San Lázaro.

"Salimos raspados", lamenta Carlos Navarrete, quien puede presumir de apadrinar a 142 nuevos alcaldes, 22 más del escenario que había calculado, en el intermedio, "el PRD resistió el vendaval, sacó fuerzas de su historia, de su gente, de sus candidatas y candidatos, de sus dirigentes, hicimos un gran esfuerzos que no puede ser echado al caño del desagüe (sic)".

Unas por otras, dice Navarrete. El PRD dejó de ser la fuerza hegemónica en el DF y Morelos, pero se convirtió en el partido más votado en Tabasco y en Oaxaca.

Sin liderazgos de alto reconocimiento social -léase Cuauhtémoc Cárdenas o Andrés Manuel López Obrador-, el partido del sol azteca sigue siendo el principal partido de izquierda, pero Morena casi lo iguala. Y ambos disputan con el PVEM el espacio de la tercera fuerza política nacional.

Los ejercicios de evaluación dentro del PRD se vieron detenidos, a petición de Navarrete Ruiz, quien llamó a cerrar filas. El plazo de gracia expiró el pasado 20 de julio. En el Estado de México, por ejemplo, la cúpula partidista realizó un ejercicio de evaluación que derivó en un voto de censura a la directiva que encabeza Omar Ortega, a quien criticaron su pasividad y su negativa a defender al partido frente a las presuntas irregularidades cometidas por el resto de los institutos políticos.

Navarrete Ruiz pondrá su "propuesta de transformación profunda" a consideración del pleno del consejo nacional este fin de semana. En caso de que obtenga el aval de ese órgano deliberativo -la corriente Nueva Izquierda, de la que forma parte el dirigente guanajuatense, controla dos tercios-, acudirá al Congreso Nacional, que deberá sesionar antes del 15 de septiembre de conformidad con el mandato de la autoridad electoral.

Hasta entonces -antes, resulta imposible- podría convocar a una nueva elección para definir a la dirigencia nacional del PRD.


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