Morelia, Mich., Domingo, 05 de Mayo de 2024

Sección:Columna

Las mujeres, otra vez

Por: Jorge Zepeda Patterson/Milenio

Ciudad de México.- ​Este miércoles 8 de marzo, con la acostumbrada marcha del Día Internacional de la Mujer, habrá otra vuelta de tuerca en la peculiar y tensa relación entre el gobierno de la Cuarta Transformación y el movimiento feminista. En el marco de los polarizantes momentos que vivimos, cabe preguntarse si esta nueva edición se asemejará a las que experimentamos los dos primeros años del sexenio obradorista, caracterizados por el desencuentro y las mutuas acusaciones, o la del año pasado que, sin ser luna de miel ni nada que se le parezca, transcurrió en mejores términos. Será un capítulo importante para definir actitudes de algunos miembros del movimiento feminista de cara al obradorismo, a las siguientes elecciones o a la candidatura de la propia Claudia Sheinbaum, aspirante a la Presidencia.

Recordemos que la primera marcha del Día de la Mujer en los tiempos de la 4T, el 8 de marzo de 2019, terminó con severos reclamos de las manifestantes a las autoridades y actos de vandalismo por parte de algunos grupos radicales. Ello derivó en un primer posicionamiento de Andrés Manuel López Obrador dominado por la confrontación. Desde la mañanera el Presidente criticó la beligerancia de las manifestantes y las imprecaciones contra las autoridades, como si constituyeran un ataque a sí mismo y a su proyecto. Reclamaba, entre otras cosas, que quienes marchaban se habían prestado a la manipulación por parte de la derecha en contra de su gobierno. Muchas feministas y agrupaciones de mujeres, que tradicionalmente habían sufragado por la izquierda en la capital del país, se sorprendieron del desconocimiento del mandatario a la agenda de su movimiento y, en general, de la insensibilidad frente a la causa de las mujeres. Por un lado, el Presidente entendía que la cruzada en favor de los pobres era el reclamo prioritario y que cualquier otra reivindicación debía subordinarse, de lo contrario terminaba por obstaculizar el objetivo principal y, en ese sentido, hacía el juego a los conservadores. Las mujeres, en sentido opuesto, no se explicaban por qué el gobierno de la 4T, que decía buscar una sociedad más justa, se oponía a reconocer la injusticia crónica por motivos de género y, particularmente, el alarmante repunte de los feminicidios.

Un año más tarde, en 2020, marcharon varias decenas de miles de personas y al lunes siguiente convocaron a "Un día sin  nosotras". Para entonces, la profecía se había hecho realidad y la derecha intentaba convertir el Día de las Mujeres en un reclamo al gobierno de la 4T. López Obrador fue un cómplice involuntario al insistir en la manipulación de la que estaban siendo objeto las manifestantes y, la mayor parte de estas a su vez, sin afinidades políticas explícitas o incluso favorables a la izquierda, asumieron que el mandatario simplemente no entendía su causa. Sin embargo, el estallido de la pandemia semanas más tarde diluyó la tensión y llevó a suspender la marcha del siguiente año.

Dos años más tarde, el 8 de marzo de 2022, volvieron a marchar decenas de miles, pero ahora el gobierno de la ciudad estaba mejor preparado. Las fuerzas del orden desplegadas eran esencialmente mujeres, algunas incluso marcharon con los manifestantes e intercambiaron flores. El Presidente no abandonó del todo su perspectiva, pero el paréntesis la había matizado notoriamente.

En teoría y considerando la experiencia del año pasado, en decrescendo con respecto a la tensión de los dos primeros, el próximo 8 de marzo tendría que ser menos polarizante. Sin embargo, del otro lado, en las últimas semanas, y de cara a la recta final de su sexenio, el Presidente parece estar optando por una estrategia de polarización evidente y más beligerante con relación a quienes considera sus adversarios. El jueves pasado, en este espacio, externé la opinión de que el mandatario parecía haber renunciado a las clases medias y confiado exclusivamente al apoyo de los sectores populares como vía para asegurar altos niveles de aprobación y un voto favorable en las próximas elecciones. Y esa estrategia supone un tono más crítico en contra de las clases medias y altas, sectores a los que el Presidente atribuye el origen de la causa feminista (mencionado así explícitamente por él mismo).

Habrá que estar atentos para registrar si la versión 2023 de este pulso entre mujeres y gobierno de la 4T comienza a diluirse o, por el contrario, recrudece. Lo sabremos en unos días.

Y una segunda ventana de observación tiene que ver con el difícil papel de Claudia Sheinbaum en todo esto, en su calidad de jefa de Gobierno, principal aspirante a la Presidencia y, desde luego, potencialmente la primera mujer en la historia para presidir el gobierno de México.

En los dos primeros años, mientras crecía la tensión entre López Obrador y el movimiento femenino, ella quedó atrapada. Si bien en su actitud y lenguaje muestra una sensibilidad que contrasta con las formas que suele utilizar López Obrador, los primeros desencuentros la rebasaron. El Presidente "disparó" primero y la dejó sin mucho margen para asumir una postura propia. Intentó mediar en el conflicto, pero con escasas posibilidades al no poder desautorizar las palabras del líder del movimiento. La insistencia de AMLO para reclamar los actos de vandalismo la obligaron a actuar y declarar al respecto, en la medida en que ella encabeza a la autoridad interpelada en tales situaciones.

La pandemia y el largo paréntesis, como se ha mencionado, le dieron el espacio para diseñar una estrategia conciliadora el año pasado. Ayudó el hecho de que el Presidente, sin recular en su argumento de que la derecha estaba utilizando el aniversario para protestar contra su gobierno, reconoció la legitimidad de las banderas asociadas a la igualdad de género.

Las mujeres de la izquierda y, en general buena parte del movimiento feminista, esperan marchar en favor de su causa sin que la agenda política del obradorismo o el antiobradorismo terminen contaminándola. No así la derecha y grupos adversarios, que intentarán llevar agua a su molino. Habrá que esperar la reacción de López Obrador y la estrategia del gobierno de la ciudad para encarar tan dura encrucijada.

https://www.milenio.com/opinion/jorge-zepeda-patterson/pensandolo-bien/las-mujeres-otra-vez

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